La sorpresa en la jornada electoral de ayer fue la visita del presidente de la República, Rafael Correa, al ex directivo de la Asamblea, Alberto Acosta, en su casa. No hubo un gran abrazo, sí un estrechón de manos entre los dos y una reunión de diez minutos en la que se rompió el hielo. A las 07:40, Correa salió del desayuno organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) al que asistieron todas las autoridades del Estado en el Hotel Quito, y fue cuando decidió visitar a Acosta, quien vive a pocas cuadras del hotel. Le llamó y le dijo que le iba a saludar. Acosta, con sorpresa en su rostro, recibió a Correa y dialogaron por no más de diez minutos, tiempo en el que el Primer Mandatario le solicitó que le acompañara a votar a él y al vicepresidente de la República, Lenín Moreno, pero el ex presidente de Asamblea ya tenía planes con las organizaciones sociales y no lograron arreglar sus agendas. “Mi amigo Rafael Correa me vino a visitar”, dijo Acosta a los medios de comunicación, tras recalcar que eso demuestra que “no hay resentimientos” y que así mismo en el país debería prevalecer “la unidad nacional”. Acosta calificó al domingo como un “día histórico en el que se resuelve el futuro de la patria”. El ex presidente de la Asamblea añadió que hablaron de la amistad y de la necesidad de conversar más extendidamente, incluso de política. Además, ratificaron su compromiso por el país y de la necesidad de lograr un gran acuerdo para consolidar la democracia, la justicia y la equidad. Acosta, en su calidad de presidente de la Asamblea, tuvo que dar un paso a un lado a un mes de que culminara el plazo para que la Asamblea redacte la nueva Constitución. En ese momento empezaron una serie de reclamos públicos de parte del Jefe de Estado sobre el estilo de trabajo de Acosta y se abrió un distanciamiento entre dos de los fundadores del movimiento PAIS. Desde entonces, Acosta no volvió a formar parte de las reuniones del buró y no estuvo el día de la clausura de la Asamblea.