En primer término quiero agradecer, querido amigo Presidente, la deferencia y el alto honor que me concedió cuando me invitó como invitada de honor, valga la redundancia, para conmemorar la fiesta de la Independencia del Brasil. Es la primera vez en toda la historia que un presidente de mi país, la República Argentina, participa de uno de los fastos más importantes que tiene un país que es conmemorar y honrar su día de la independencia.
Quiero decirles que durante el desfile militar -tuve tiempo para pensar porque fue bastante largo- pensaba sobre los obstáculos que históricamente tuvimos que superar para comenzar a construir la integración.
El primer obstáculo fue superar lo que yo denomino la locura histórica de dos sociedades, de dos naciones que en algún momento tuvieron casi como hipótesis de conflicto la invasión de un país por el otro, los ejes para la no integración, los ejes para la confrontación. Parece mentira pero eso ocurrió no hace tanto tiempo.
Mi país y fundamentalmente en el Nordeste argentino pagó un precio muy alto por esta locura. Un atraso histórico en su infraestructura en servicios y un atraso económico, porque no hay caminos, no hay gasoductos, no hay ninguna obra que facilitase por esa vía una invasión del ejército brasilero. Así era como se pensaba en esa región no hace mucho tiempo.
Ese fue el primer obstáculo, tal vez también alimentado por aquellos que siempre precisaron la división de la región para obtener más beneficios. Ese primer obstáculo pudo ser superado por el advenimiento de la democracia, por la llegada de gobiernos democráticos populares electos por el voto directo y sin proscripciones, y argentinos y brasileros fueron precisamente quienes dieron el puntapié inicial para la caída de ese primer obstáculo y la construcción de lo que precisamente constituye para nosotros una política de Estado, sea quien fuere el gobierno que esté al frente del país, el MERCOSUR.
El segundo obstáculo creo que fue realmente Argentina quien lo colocó a partir de la década de los 90, cuando adoptó dos decisiones, la primera fue tomar políticas económicas que profundizaron el proceso de desindustrialización de la Argentina que había comenzado en marzo de 1976, cuando se produjo el golpe militar y que concibió a la Argentina como un país en el que nuestra moneda era igual a un dólar y que debíamos ser un país de servicios y no de producción.
Y tal vez la decisión política más terrible de todas, que los argentinos no pertenecíamos a la región, que nuestro lugar era junto a los grandes del mundo, a lo que comúnmente se conocía como "primer mundo". Recuerdo todavía algunas frases célebres, como "para qué ser socios de los pobres si podemos ser socios de los ricos".
Se tardó un poco en advertir esta política que constituyó el segundo gran obstáculo, porque no se veía viable la política de unión con Brasil, que el MERCOSUR no era necesario, porque para qué nos íbamos a unir con quien era uno de los principales motores industriales como es Brasil hoy. Ese era el concepto político y económico que constituía lo que denomino el segundo obstáculo en la construcción de la unión regional y la profundización de la relación bilateral mediante la construcción del MERCOSUR.
Y es precisamente con el presidente Lula, mi querido amigo, que a partir del proceso que comienza en mayo de 2003 comenzamos a derribar ese segundo obstáculo, pivoteando sobre dos decisiones fundamentales, la primera definir que nuestra identidad es aquí, que somos América del Sur y que nuestros mejores socios son nuestros vecinos, con los cuales compartimos identidades históricas, culturales y también de intereses en asociaciones estratégicas.
Para eso comienza a desarrollarse, paralelamente, esta decisión política de volver a casa, porque definitivamente fue una decisión de volver a casa, el hijo pródigo volvió a América del Sur.
Y no lo hizo solamente con la decisión política de esa pertenencia regional sino también con la convicción de desarrollar un modelo económico que sumara, en una matriz diversificada en las manufacturas industriales y agropecuarias, valor agregado para dar trabajo a nuestras sociedades y que ese fuese un motivo de crecimiento. El resultado de eso es que poco más de 5 años después de aquellos índices de desempleo de más del 25 por ciento, llegamos a que en el primer mes del último trimestre tenemos un índice de 7,8.
Buscamos disminuir la brecha entre pobres y ricos en un continente que aún continúa señalándose como el más desigual, y sobre esta cuestión también están los fundamentos de la articulación y la unión regional.
No es la unión por ella misma, es para lograr más y mejor trabajo, mejor calidad de vida para cada uno de los hombres y mujeres concretos que viven en nuestra región inequitativa, no la más pobre sino la más inequitativa.
Hoy podemos decir que tenemos mejor salario en toda la región, tanto en el salario mínimo como en el salario medio, comenzamos un proceso de desendeudamiento importante que reconoce tres grandes puntos, primero el canje de la deuda, segundo el pago al Fondo Monetario Internacional, casi en conjunto y decidido conjuntamente con los hermanos de Brasil, ambos tomados durante la gestión del presidente Kirchner, y tercero el que yo tomé hace unos pocos días en el sentido de abordar el pago al Club de París.
Son tres puntos fundamentales de desendeudamiento que unidos al aumento de nuestras reservas en el Banco Central han hecho disminuir esta deuda de manera exponencial. Allá por mayo del 2003 el endeudamiento argentinos era cerca del 150 por ciento de nuestro PBI, cuando finalicemos de pagar al Club de París vamos a alcanzar casi un 50 por ciento del PBI, pero de un PBI mucho mayor, 60 por ciento mayor que aquel PBI que teníamos en mayo de 2003.
En definitiva, creo que la convicción de profundizar la alianza estratégica se dio esencialmente porque los dos países compartieron una misma visión respecto del papel de la política y la necesidad de la integración de los dos países para volver a conseguir una movilidad ascendente de nuestras sociedades, que es una característica del verdadero progreso, no existe el progreso si sólo mejoran unos pocos, por más que progresen mucho, si el resto queda atrás.
Esta profundización, Presidente Lula, es posible observarla todos los días. Tuve oportunidad de acompañarlo a inaugurar una fábrica de calzado de inversores brasileros en el Parque Industrial de Chivilcoy, Daniel Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires también estaba presente.
Dos meses atrás en Chaco, Puerto Tirol, estuvimos inaugurado la fábrica de denim, tela con la cual se fabrican los jeans -inversión de una importante empresa brasilera- más moderna de mundo, y se comprometieron con el gobernador de Chaco a doblar la inversión para ampliar esa fábrica.
Hace pocos días también estuve en Pontevedra, Merlo, provincia de Buenos Aires, reabriendo un frigorífico que había sido cerrado; la empresa que compró ese frigorífico, JVS, es una importante empresa brasilera, primer abastecedor mundial de carne bovina, que a además aumentó en más de mil trabajadores el personal para una planta que no sólo abastece carne fresca para el mercado interno, sino que agrega valor con carnes termo procesadas que vende principalmente a los Estados Unidos y a Inglaterra.
Podría continuar, pero también tengo que mencionar lo que tal vez aparece como el tercer obstáculo.
Ayer leía un reportaje muy interesante al señor Presidente en un diario de mi país, uno de los más importantes. Luego uno de los que hizo ese reportaje, en un comentario aparte, decía que no cree en esta asociación, que más que en una asociación ellos creen que Brasil quiere comprar a Argentina porque va y compra empresas. También escuché algunas otras voces en ese sentido.
Yo quiero decir, Presidente, que no es lo que yo creo como Presidenta de todos los argentinos, ni tampoco como ciudadana argentina. Algunos empresarios argentinos que con todo derecho pueden haber vendido sus empresas, no fueron obligados por nadie a vender sus empresas.
Además creo sinceramente que la venida de capitales para empresas que ya existen, la ampliación de sus inversiones y también la llegada de nuevas inversiones, es una de las diferentes formas que la integración tiene. Tal vez una de esas grandes empresas que fue vendida fue la que mayor protección recibió en toda la historia por parte del Estado para la producción de bienes esenciales de la cadena productiva.
Primero hay que eliminar los tabúes de creer que eso puede suceder; segundo, yo apuesto con todo mi corazón pero también con toda mi racionalidad al hecho de que hoy la Argentina, con las condiciones macroeconómicas que nosotros conseguimos construir, sea una excelente oportunidad de negocios. Por eso se invierte en la Argentina en una sinergia que tenemos que continuar profundizando.
¿Cómo ese tercer obstáculo es derribado, esos pensamientos que pueden llegar a aparecer?
Trabajando de una manera fuerte y decidida en las asimetrías pendientes en materia de financiamiento, en materia en articulación de toda cadena productiva, en toda cadena de valor.
Hoy el acuerdo entre el Banco Nación y el BNDES creo que es un gran avance, como también lo es el acuerdo de hace algunos meses donde por primera vez Brasil reconoce un plus de convergencia que nunca había acontecido anteriormente.
También es importante hoy el compromiso de los dos países para comenzar el primer emprendimiento hidroeléctrico binacional en toda la historia con plazo. Quiero contar para los que no saben que son los "plazos" que fue una idea que tuve en la primera visita, que a las mujeres nos gusta establecer plazos, y yo le quería dar mucha operacionalidad a la integración.
Este sistema de lograr que nos reunamos semestralmente, analizando cada uno de los emprendimientos que nosotros tenemos hoy, para ver cuál es el grado de desarrollo respecto a aquel momento, también será uno de los métodos para derribar ese tercer obstáculo.
Y por qué no decirlo, algunas voces que también se escuchan aquí, cuando dicen que no es importante la unión con la Argentina, que se debe intentar con otros bloques, dejar el MERCOSUR de lado.
Yo creo que tal vez estas voces no entienden el mundo que viene. El mundo que viene no va a ser sólo una cuestión de acomodamiento económico, va a ser también una cuestión de defensa estratégica de nuestros recursos naturales y de nuestros recursos territoriales, sobre todo en países como Argentina y Brasil, con extensos territorios, con ilimitada diversidad y biodiversidad, con recursos energéticos, y con capacidad para generar materia prima con valor agregado que alimente al mundo, un mundo que cada vez va a precisar más alimentos y más energía, porque cada vez son más millones los que se incorporan al consumo.
Creo que esta alianza estratégica también tiene que ver con profundizar la articulación en la defensa de nuestros recursos naturales.
No estoy hablando de a dos o tres años, la historia no es medida por tres o cuatro años, muchas veces las voces son en función de los períodos electorales y no en función de una visión estratégica de proyecto de país. Creo que si nosotros debemos recuperar una cosa, aquellos que tenemos la responsabilidad de conducir los destinos de los países de la región, es esa visión estratégica.
Si nosotros observamos la historia del mundo podemos ver que el surgimiento de los grandes países desarrollados aconteció en procesos de fuerte unión regional, en cuanto que en resto del mundo se sucedían las divisiones y las confrontaciones. Tal vez lo uno haya sido funcional a los posicionamientos de los otros.
Entonces creo que este tercer obstáculo, en ambos lados, se resuelve con aprendizaje pero también, y fundamentalmente, con inteligencia.
Si el primer obstáculo lo vencemos con democracia, si el segundo obstáculo lo vencemos con convicción política y modelo económico diferente, a este tercer obstáculo se lo derriba con perseverancia, inteligencia y visión estratégica.
Al cuarto obstáculo, que yo creía insalvable, lo acaba de resolver el señor Presidente Lula diciendo que Lionel Messi es el mejor jugador del mundo, así que el cuarto obstáculo fue eliminado ya que siempre fue la diferencia en los deportes entre Brasil y Argentina.
Realmente estoy muy contenta porque, además de eso, en el día de hoy, además de Garabí, además de los acuerdos de nueva tecnología, además del acuerdo de BNDES con el Banco de la Nación, lo que usted mencionaba en temas de infraestructura naval, todo lo que estamos haciendo, y todo lo que aún podemos hacer en temas satelitales, de energía nuclear.
Usted señor Presidente sabe cómo Argentina tiene una gran especialización en materia nuclear y en materia satelital, lo que se refiere a software, nanotecnología, todo lo que está relacionado con altísimo nivel de recursos humanos altamente calificados, no en los últimos 3, 4 o 5 años, sino en décadas de educación pública y gratuita que llega a todos, y porque no decirlo, la ingestión de proteínas que fomenta, como siempre digo, un mejor rendimiento de las neuronas.
Por sobre todas las cosas hoy quiero levantar una cosa que es un símbolo muy fuerte, además de su traducción económica, que es el acuerdo entre ambos bancos centrales para recuperar el Peso y el Real como monedas de intercambio, dejando el Dólar de lado. No es sólo una cuestión económica, digo que además de eso es algo profundamente cultural que hayamos podido llegar a un acuerdo de esta naturaleza.
Quiero agradecer a todos y a todas, al pueblo de Brasil el honor que me han dado al ser la invitada de honor en la Fiesta de su Independencia. Señor Presidente, Marisa, señoras y señores, esta relación entre Brasil y la Argentina, sustentadora del MERCOSUR y de la unión regional en la que, como acabó de mencionar el señor Presidente, luego incorporaremos a Venezuela, garantiza que la región pueda desarrollar su independencia económica, tecnológica y fundamentalmente de cabezas, de mentes inteligentes que crean que es posible vivir en una región con identidades e historias propias, y no prestadas por otros. Muchas gracias.
PALABRAS DE CRISTINA FERNÁNDEZ EN EL ALMUERZO OFRECIDO POR EL PRESIDENTE DEL BRASIL
06 de Septiembre de 2008