El descubrimiento de petróleo en aguas profundas brasileñas y la defensa de la amazonia dinamizaron la creación del Consejo de Defensa Sudamericano. Lula recela de los movimientos de la IV Flota y apuesta a la unidad en la región sudamericana.
Habiendo aumentado notablemente su crecimiento económico y siendo el ideólogo de la creación del Consejo de Seguridad Sudamericano, Brasil se conecta cada vez más con el mundo, marcando la dirección y dinámica del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Desde comienzos del siglo XX Brasil se ajustó a un doble patrón, por un lado de rivalidad hacia el Sur y por el otro de indiferencia hacia el Norte. De esta manera aprovechó su estratégica ubicación geográfica para marcar su inserción en la región desde 1950. Tal aumento de su centralidad en Sudamérica ocurre en el contexto de la posguerra fría y de la restauración democrática en el continente, finalizando así el proceso de antagonismo y dándose el inicio de un amplio proyecto común con Argentina. Esta planificación conjunta tuvo su punto de partida en 1986 con el establecimiento de un Programa de Cooperación que se reanudó con la instauración del Mercosur en 1991. Para este cambio de enfoque resultaron cruciales los acuerdos de salvaguardas nucleares que solucionaron el dilema de seguridad con Argentina. Un poco de historia Una indagación histórica y geopolítica de Brasil debe necesariamente partir de un concepto relacionado con el expansionismo de tal país hacia sus vecinos: Paraguay, Bolivia y Uruguay. Desde el Tratado de Tordesilla (1494), Portugal se hizo cargo de esa gran masa de tierra —hoy con 8.547.403 km2— desde donde estableció rutas mercantiles orientadas a abastecer Europa y sus metrópolis, así como sus enclaves coloniales alrededor del mundo, con madera, café, azúcar, ganado, productos agrícolas y luego con piedras preciosas y minerales. Habiendo sido antiguamente una colonia con privilegios, aún hoy, muchos años después de conseguida la liberación, Brasil continúa manteniendo estas ventajas en los desafíos actuales de su política exterior, reflejada en las iniciativas diplomáticas durante el gobierno de Itamar Franco (1992-1994). Fue en este período cuando surgió la propuesta de constituir el Área de Libre Comercio Sudamericana (ALCSA) en contraposición a la iniciativa norteamericana de la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Siguiendo esta dirección, se dio el lanzamiento de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y, finalmente, se constituyó en el 2004, la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) —después denominada UNASUR— con Lula en la presidencia. UNASUR: ¿Integración de los ejércitos o supremacía militar brasileña? El pasado 23 de mayo se llevó a cabo en Brasilia una reunión extraordinaria en la que Jefes de Estado y de Gobierno de 12 países sudamericanos firmaron el tratado constitutivo de la Unión Sudamericana de Naciones. Este nuevo esquema de integración impulsado por Brasil tiene algunas ventajas, como potenciar la autonomía regional respecto de los Estados Unidos, pero su gran desafío está relacionado con dos proyectos integracionistas ya establecidos, que son la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercosur. La cláusula menos conocida de estos tratados marca que las grandes beneficiarias de esta iniciativa serán las grandes empresas brasileñas (Petrobras, Embrear, Odebrecht, Camargo Correa, Itaú, Bradesco, Gerdau, Brasken, etc.). Este es el precio a pagar por romper dependencias más abusivas de parte de los países centrales. En los últimos meses, Brasil ha mostrado mayor interés en desarrollar industrias y alianzas con sus vecinos, como el acuerdo entre Brasil y Argentina para la integración militar y de industrias de guerra, que constituye un paso muy importante para suministrar materiales bélicos. Sin embargo, ante el poderío de la ex colonia portuguesa, la competencia está en desventaja. Tanto Argentina como los demás socios del Mercosur pasan a ocupar un rol accesorio y dependiente de la industria armamentista brasileña ya que no poseen dicha industria. Brasil se halla entre los diez principales fabricantes de armas del mundo, solo superado por Estados Unidos, algunos países de Europa, Israel y Sudáfrica. Fabrica tanques, aviones sofisticados, barcos de guerra, armas cortas, misiles y entre otros elementos que vende y distribuye a más de 50 países alrededor del mundo. Aunque Perú ha estado esquivo a la iniciativa brasileña, en el último encuentro con Lula y Uribe, celebrado durante los festejos de la independencia colombiana, el mandatario peruano Alan García, ha mostrado mayor interés por formar parte de la nueva iniciativa. “UNASUR es el refuerzo de un proceso que se inició con la declaración de Cuzco; si vemos con anterioridad, es anterior a la cumbre del año 2000. Este proyecto nace con esa experiencia y se proyecta, creo yo, para integrar aún más a nuestros países”, declara a ZOOM, Mario López Chávarri, ministro de la Embajada del Perú en Buenos Aires. “Las necesidades de esa integración se siguen dando sobre tres prioridades, como la necesidad de la integración física, la integración energética y la integración de los medios de comunicación entre nuestros países. Sin dudas, hay otros avances que se han dado a nivel subregional, tanto en la Comunidad Andina de Naciones como en el Mercosur, como la integración migratoria, que abre la posibilidad concreta de que nuestros compatriotas puedan transitar sin requerir pasaporte, que puedan hacer turismo por tres meses sin requerir visado alguno. Justamente en Tucumán tuvimos este acuerdo. La posibilidad de establecer mecanismos sociales en educación (reconocimiento de títulos) y con una serie de acciones preventivas en salud. En fin, hay muchas áreas en donde se ha avanzado adicionalmente al tema de la integración física, energética y de comunicaciones. Y creo que en ese sentido también debemos seguir reforzando UNASUR”, recalca López Chavarri. La ofensiva colombiana en Ecuador y la defensa de la amazonia Con el “ataque preventivo” colombiano —con asistencia de Estados Unidos— a territorio ecuatoriano a un campamento móvil de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) —en el que fuera asesinado el número dos de la guerrilla, Raúl Reyes, el 1º de marzo pasado— se desató una crisis de incalculables consecuencias entre sus vecinos Ecuador y Venezuela. Ante esto, Brasil, que tiene 1.644 kilómetros de frontera con Colombia, decidió comunicar a la secretaria estadounidense Condoleezza Rice la decisión de impulsar un consejo de defensa sudamericano al que no sería convidado, y que en la practica significaría una ruptura con el pensamiento militar del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR), firmado en 1947 y que avala la supremacía de los Estados Unidos sobre el continente americano. El TIAR, actual remanente de la guerra fría, desfavoreció a Argentina durante la guerra de Malvinas en 1982. Estados Unidos, siendo miembro del TIAR, prefirió cumplir con la OTAN, de la cual Inglaterra es integrante. Otros puntos que marca Brasilia en sus preparativos para defender su inmensa geografía se evidenció en 2004, cuando el Estado Mayor del Ejército de Brasil envió un grupo de oficiales a Vietnam para aprender las técnicas de guerra de guerrillas con las que el Vietcong había derrotado a las tropas estadounidenses tres décadas atrás. El objetivo, la defensa del Amazonas ante la ocupación por una fuerza “militarmente muy superior” o una incursión de grupos paramilitares o guerrillas; y por ende, el ejército colombiano con apoyo externo como lo sucedido en marzo en territorio ecuatoriano. La estrategia militar de Brasil diverge de la de Estados Unidos, que quiere internacionalizar la Amazonia, el mayor pulmón verde del planeta. El interés por el desarrollo sostenible de la región amazónica, está presente en el Tratado de Cooperación Amazónica (TCA), firmado en Brasilia el 3 de julio de 1978, por Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana y Suriname. El 17 de julio pasado, el parlamento amazónico reunido en Brasilia, divulgó una carta en la que se califica a la IV Flota de Estados Unidos como una “amenaza a la soberanía” de América Latina. La IV Flota y los yacimientos petroleros brasileños en alta mar Para Elsa Bruzzone, integrante del Centro de Militares para la Democracia (Cemida), la reactivación de la IV Flota “está relacionada con lo que Estados Unidos denomina la primera estrategia marítima para el siglo XXI, dando nuevas funciones al Comando Sur para estar en articulación con el reciente Comando creado para África” La IV Flota tiene su base operativa en Mayport, Florida, que dependerá a su vez del Comando Sur con base en Miami. “En esta ofensiva no solamente enfocan en el petróleo, gas y minerales, sino que la necesidad también tiene que ver con el agua potable y la biodiversidad”, sostiene Bruzzone. En cambio, Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. amplía el horizonte de los recursos naturales. “La decisión anunciada se explica por la compra de submarinos en Rusia por parte de Venezuela. Se trata de los submarinos convencionales más modernos producidos por la industria rusa. Para Brasil, que ha ratificado su proyecto de tener en servicio un submarino a propulsión nuclear en la próxima década, el anuncio de EE.UU no es bien visto. Van a patrullar la zona del Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR)”, concluye Fraga. Los recientes hallazgos en Brasil podrían convertirlo en uno de los 10 primeros países con mayores reservas en el mundo. El año pasado tenía 12.600 millones de barriles (MMB) de reservas de petróleo, antes que el campo Tupí las aumentara en 8.000 MMB (de los cuales el 20% es gas). En abril se anunció el descubrimiento del campo Carioca, que tiene más de 33.000 MMB (también el 20% es gas) y por último el del campo Guará. En total, la cuenca marina de Santos (Tupí, Carioca y Guará) tendría un total de 50.000 MMB. “Brasil ha descubierto grandes yacimientos petroleros y lo primero que hizo fue crear un fondo soberano de riqueza con un valor de 100 mil millones dólares, casi la mitad del PIB argentino de un año. Con la aparición de la IV flota norteamericana, Brasil niega agua para esta flota; además acumulando más petróleo ve la necesidad de una defensa propia, de ahí el desarrollo del submarino nuclear, que seguramente lo desarrollará con tecnología argentina, porque el perfeccionamiento nuclear brasileño fue hecho por argentinos. Algunos estudian y piensan y otros realizan”, ironiza en diálogo con ZOOM, Félix Herrero, vicepresidente del Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora (MORENO). Sobre la unidad energética sudamericana, como el proyecto gasoducto del sur, que uniría Venezuela, Brasil y Argentina, con extensiones a Uruguay, Paraguay y quizá Bolivia, sostiene que genera la oposición de quienes sostienen que el transporte de gas licuado por barco requiere menos inversión y es más moderno y económico. Pero aun si así fuese, lo que no está probado, un gasoducto “une” a los países de muy variadas y positivas maneras, y genera polos de desarrollo. En cambio, según Félix Herrero, Brasil ha bajado su beneplácito a la iniciativa del presidente Chávez por una cuestión económica, teniendo en cuenta que cada país debe pagar los costos de extensión del gasoducto por su territorio. “Con esto Brasil ha mostrado poca solidaridad con países menos desarrollado, como Paraguay y Uruguay para acceder a gas natural más económico, ya que gran parte del recorrido del gasoducto lo debe hacer por territorio brasileño”, explica Herrero. El interrogante es saber si Brasil va a seguir apoyando la integración energética regional como el gasoducto del Sur ante los descubrimientos de Santos. El proyecto del gasoducto de 7.000 kilómetros tiene previsto llevar gas desde Venezuela hasta Brasil y Argentina; y de estos, a los países limítrofes. Por Gustavo Torres
Publicada en Revista Zoom|16-09-08
Fuentes: Le monde diplomatique (Argentina), El País (España), Página 12 (Argentina)