Primera cuestión: ¿hay un proceso de cambio histórico en América latina? Rotundamente: sí.
Lo saben los gobernantes y sus pueblos y lo saben las derechas nativas y el núcleo duro del poder norteamericano; por ello tratan de desestabilizar a los gobiernos populares de esta América india, morena y criolla, desde el cálido Orinoco y el altiplano boliviano hasta nuestras propias costas. Posiblemente no lo adviertan así, los que por afuera del conflictivo proceso popular, visten casacas de cívicos y progresistas simulando un rol de fiscales neutros entre los históricos campos en pugna. Debieran saber que por ese andarivel, apenas son actores de reparto de un viejo film del campo reaccionario. Segunda cuestión: ¿el reciente acuerdo estratégico entre Argentina y Brasil es parte de este proceso de cambio? Categóricamente: sí. La presencia de 360 empresarios brasileños acompañando a Lula en su última visita a nuestro país y los compromisos sellados por la Presidenta Cristina Fernández en tierras de Tom Jobim, expresan claramente y por primera vez en la región, un abrazo tan fraternal como imprescindible para avanzar juntos en el desarrollo igualitario de nuestros respectivos pueblos. Tercera cuestión: ¿hay gobernabilidad democrática si voltean a Evo? Definitivamente: no. El horizonte sería de caos y más violencia. Con Evo gobiernan las mayorías bolivianas y es por eso que los perros del racismo le clavan sus colmillos en la yugular, hiriendo a todos los que creemos en la libre voluntad de los pueblos. Pase lo que pase, ya no podrán detener la correntada que baja desde El Alto hasta Chuquisaca. Veníamos por los caminos de la patria grande plegando y desplegando nuestras banderas. Creíamos que ya no volveríamos a ver un amanecer donde la primavera tenga perfume de soberanía, castigo a los genocidas, recuperación de nuestra identidad como nación, de juventud esperanzada en una democracia plena de justicia. Sin embargo los pueblos se pusieron de pie, con sus heridas y los límites impuestos por las viejas derrotas y empezaron a andar. Esa es la profundidad de estos cambios nacionales y populares bordados con los pedacitos de nuestros sueños rotos. Habrá que defenderlos, si queremos construir un país con inclusión social, un país tan justo y bello donde vivir sea una fiesta. por Jorge Giles, ex diputado nacional
Miradas al Sur, 14/09/2008